Ir al contenido principal

CAPITULO 1 EL MUNDO EN QUE VIVIMOS

1.1  Tecnología y cultura

El mundo en el que vivimos es en muchos aspectos parecido al mundo en el que vivieron nuestros abuelos; pero, en la actualidad, experimentamos situaciones que hacen que este mundo sea diferente al de hace unos cuantos años. Si lográramos situar a una persona de mitad de siglo pasado en el mundo presente, probablemente se sorprendería de la presencia de tantos aparatos, pantallas, televisores y cables, que poco a poco van surgiendo por todas partes.

Las computadoras , y otras tecnologías relacionadas como las telecomunicaciones y la Internet , se encuentran presentes en muchísimos de los ambientes en los que se desenvuelve el ser humano. Los bancos han desarrollado importantes infraestructuras informáticas para llevar a cabo los servicios financieros que tradicionalmente ofrecen a sus clientes, los médicos utilizan hoy más que nunca la tecnología informática para el diagnóstico y tratamiento de sus enfermos, e incluso los religiosos están empleando estas tecnologías como recursos para la evangelización y la construcción de un mundo mejor. Pero no siempre la tecnología es usada para fines tan benéficos. Como sabemos, también es utilizada para perfeccionar las armas de guerra o producir daño a otras personas.

Efectivamente las tecnologías informáticas o de la computación tienen un gran poder y una gran versatilidad; con las computadoras se puede hacer prácticamente todo, siempre y cuando el ser humano se encargue de adoptar este recurso como una herramienta para el logro de sus objetivos, que podrán ser positivos o negativos. Las computadoras son herramientas que son utilizadas por los seres humanos; somos nosotros quienes decidimos para qué fines hacemos trabajar a estos poderosos medios. Esta gran versatilidad es la que ha permitido que encontremos computadoras en prácticamente todas las áreas del quehacer humano.


En el momento histórico que nos está tocando vivir, presenciamos un hecho cultural de gran magnitud. Los autores no han dudado en llamarlo una «revolución»; en la cultura y en las sociedades se está produciendo un cambio radical a escala mundial que nos afecta directamente, tanto a nosotros como a nuestros alumnos. El mundo está cambiando, se está llenando de tecnología y cada día son más las cosas que funcionan sobre rieles tecnológicos. Es muy difícil, por no decir imposible, insertarse plenamente en la sociedad actual, sin contar con las habilidades y las destrezas necesarias para aprovechar los recursos que nos brindan las tecnologías y para evitar los riesgos que implica su uso inadecuado.

Los medios tecnológicos son una parte esencial de la cultura. Su desarrollo ha tenido fuertes efectos sobre las sociedades y ha generado importantes cambios dentro de la manera de vivir de las personas. . Es cierto que la tecnología altera nuestras vidas, pero ella no es un elemento extraño que nos «impacta» como una piedra lanzada contra un vidrio, ya que ella es un producto de la propia cultura. En realidad, la tecnología es una de las formas que tiene la cultura para modificarse a sí misma, cambiar y quizá evolucionar.

En palabras del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales: «Internet, […] está contribuyendo a realizar cambios revolucionarios en el comercio, la educación, la política, el periodismo, las relaciones entre las naciones, entre las culturas, cambios no sólo en el modo como la gente se comunica, sino también en el modo como comprende su vida». 

De esta manera podemos darnos cuenta que los cambios que estamos presenciando, y que apenas comenzamos a ver, constituyen una verdadera revolución cultural. Esta revolución está ocurriendo, no tiene vuelta atrás y nos está cambiando el mundo en que vivimos. En consecuencia, la opción es conocerla, prepararnos responsablemente para vivir en esta nueva realidad y así evitar ser unos receptores pasivos, quizá víctimas, de esta revolución.

1.2  La brecha tecnológica

Esta nueva realidad, el acceso a la información y las competencias para utilizarla en forma de conocimiento, ofrecen una gran oportunidad a las personas capacitadas para relacionarse y sacar provecho de estas herramientas, pero también imponen un nuevo escenario para las desigualdades.
Si bien es cierto que estas tecnologías han tenido un crecimiento muy fuerte en los países industrializados y que la Internet y sus herramientas, se han hecho juguetes cotidianos de los niños, tanto en sus hogares como en sus escuelas, también es cierto que una gran cantidad de personas en el mundo se mantienen sin acceso siquiera a líneas telefónicas, electricidad o agua potable. 

En el Informe de Desarrollo Humano 2003, del Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD), se evidencian las grandes desigualdades que existen en el mundo con respecto al acceso a las tecnologías de la comunicación. Por ejemplo, en el año 2001, mientras en los países de ingresos altos había 397 usuarios de Internet por cada 1.000 habitantes (39,7%), en los países de ingresos bajos apenas 6 de cada mil son usuarios de Internet (0,6%). Las grandes diferencias existentes en el mundo en este aspecto, se hacen mucho más drásticas si consideramos las desigualdades que aparecen dentro de cada país.


En esta sociedad informatizada y globalizada, donde lo valioso es el conocimiento y el acceso a la información, comienzan a aparecer los «inforicos» y los «infopobres». Los inforicos son aquellos que tienen acceso masivo a las tecnologías de la información y la comunicación, y que, sobre todo, tienen las competencias necesarias para convertir en conocimiento esta información. Los infopobres son los excluidos que, por falta de acceso a las tecnologías o por falta de preparación para aprovecharlas, están cada día en mayor desventaja. Así, se nos plantea de nuevo una importante brecha social, la brecha tecnológica, que separa a los que aprovechan las ventajas de este nuevo orden social de los que se mantienen al margen de estas tecnologías.

1.3. Nuestro reto como formadores



El análisis de esta brecha y de las grandes diferencias que se producen como consecuencia de ella, nos hace conscientes de la necesidad de una nueva alfabetización. En los tiempos que corren, la escuela no puede conformarse con enseñar a sus alumnos a leer y escribir como único mecanismo de superación personal. Si lo que queremos es formar a nuestros estudiantes para que tengan oportunidades en la sociedad en la que les ha tocado vivir, debemos asumir el nuevo reto de la alfabetización informática.personal. Si lo que queremos es formar a nuestros estudiantes para que tengan oportunidades en la sociedad en la que les ha tocado vivir, debemos asumir el nuevo reto de la alfabetización informática. 

El mundo se está enfrentando al nacimiento de una nueva era, de un nuevo sistema social donde el conocimiento, el acceso y las capacidades para usar las nuevas tecnologías serán el elemento clave de la economía y de la generación de riquezas. Este modelo está sustituyendo al que tradicionalmente hemos conocido, que se basó en las relaciones entre la fuerza de trabajo y el capital bajo la modalidad de producción industrializada.

Esta nueva realidad, nos ofrece oportunidades y riesgos, y nos corresponde prepararnos y preparar a nuestros estudiantes para que cuenten con las herramientas personales necesarias para tener éxito en este contexto. Si no asumimos el reto de formar a nuestros estudiantes con las competencias necesarias para incorporarse a la «sociedad de la información», los estamos condenando a las peores condiciones. Sólo podrán optar por los trabajos de peor calificación y sus perspectivas de continuar estudios se verán seriamente limitadas. Pero si logramos formarlos intelectual y personalmente para comprender y desenvolverse dentro de esta sociedad de la información, les estaremos abriendo el horizonte.

Si ignoramos lo que está sucediendo en el mundo, si por temor o por creer que es algo demasiado lejano, nos hacemos indiferentes y no nos preparamos, estaremos condenados a ser unas víctimas pasivas de lo que otros decidan. La única manera de asumir estos cambios con responsabilidad es comprenderlos, formarnos y formar a nuestros estudiantes para que puedan incorporarse a esta nueva sociedad y no se queden al margen de ella. Es bueno integrarse a la tecnología para transformar el mundo y también para recrear y transformar la propia tecnología.


En este primer capítulo hemos presentado la estrecha relación que, desde el inicio de la humanidad, tienen la tecnología y la cultura. En la actualidad, estamos asistiendo a una revolución cultural que se caracteriza por el amplio uso de las tecnologías de la información y la comunicación. En esta nueva sociedad el conocimiento es un factor importante de producción. 
El mundo está cambiando, y también debe cambiar la formación que damos a nuestros estudiantes para enfrentarse y desarrollarse plenamente en este mundo. Tenemos que capacitarlos para apropiarse de estas tecnologías, de forma que las hagan suyas y las utilicen como herramientas de superación personal y de cambio social.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

CAPITULO 2 INFORMÁTICA EDUCATIVA¿ALGO MÁS QUE COMPUTADORAS EN LAS ESCUELAS?

Muchas personas afirman que las computadoras y todas las nuevas tecnologías de la información y la comunicación deben incorporarse a las escuelas. Pero, cuando les preguntamos el por qué deberían incorporarse dichas tecnologías a las escuelas, generalmente nos encontramos con respuestas como: «porque la escuela no se puede quedar atrás» o «porque tenemos que modernizarnos». Y allí aparece una nueva pregunta: ¿Y por qué queremos que la escuela sea moderna? Probablemente, y aunque suene sorprendente para algunos, no interesa que la escuela sea moderna o actual. La escuela no tiene por qué estar a la moda en el sentido de quien lo está llevando un vestido recién salido o tiene un teléfono celular de último modelo. Lo que le interesa a la escuela es lograr sus objetivos: formar integralmente a sus estudiantes capacitándolos para incorporarse activamente al mundo, para que sean protagonistas de su propia vida y agentes de cambio de la realidad. Debemos considerar la incorporación...

CAPITULO 4 ¿COMO INICIO MI FORMACIÓN EN INFORMÁTICA ?

A lo largo hemos analizado el por qué y para qué de la tecnología en la educación popular. Debemos detenernos ahora a pensar cómo cada uno de nosotros, educadores de Fe y Alegría, asumimos el desafío de utilizar las TIC como recursos para el desarrollo de estudiantes y comunidades. Los docentes somos, ante todo, personas que vivimos un proceso permanente de aprendizaje, de crecimiento personal y profesional, inmersos en un contexto social que nos exige participación. Al igual que nuestros estudiantes, debemos procurar no quedar excluidos de esa sociedad tecnológica y hacer los esfuerzos necesarios para apropiarnos de ella y obtener nuevas posibilidades de intercambio, de comunicación, de expansión, de crecimiento personal, social y profesional. Si estamos convencidos de la necesidad de incorporar a nuestros estudiantes a la llamada sociedad tecnológica, debemos en primer lugar acercarnos nosotros a este recurso como usuarios y valorar sus potencialidades en nuestra vida personal y...